domingo, abril 21, 2013

Presentación de Libro: Mateo, El Arquitecto del Rey

El próximo viernes, 26 de Abril de 2013, a las 20,00 horas, en la Sala Región del Edificio Fierro (C/Santa Nonia, 3, de la ciudad de León, tendrá lugar la presentación del libro:

MATEO, EL ARQUITECTO DEL REY




J.F. Chimeno, Doctor en Historia del Arte, ha escrito su tercera novela histórica que forma parte de una Trilogía sobre el Reino de León. Y tras El Maestro de la Luz y Pedro de Dios (El Geómetra), ahora nos regala Mateo, el Arquitecto del Rey en la que el maestro Mateo -el magister operis de la Catedral de Santiago de Compostela-, inicia una intrépida aventura por el Camino de Santiago.

Contenido

Arte y aventuras en el viejo Reino de León de la mano de Mateo, arquitecto de Fernando II y maestro de obras del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago

El día en que el ínclito oficial de cantería Mateo es llamado a la corte leonesa por la Domina del Infantado, nada hace sospechar que se ha desencadenado una persecución sin tregua a lo largo del Camino de Santiago (desde Roncesvalles a Burgos) cuyas consecuencias serán del todo imprevisibles tanto para él como para el Viejo Reino. Tal debió parecer a los vivaces ojos del atribulado Mateo cuando la infanta-reina doña Sancha le revela el alto honor que le tiene reservado (hacerse cargo de la construcción del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago) pero, a su vez, la gran responsabilidad que deposita sobre sus hombros y los de su linaje.

Tan alto honor suscita envidias entre los compagnons de la Logia de constructores y desata la ambición desmedida de los herederos de la Casa de Lara, empeñados en medrar en el Reino de León hasta tocar el solio regio; para alcanzar tan deleznables e ignominiosos anhelos de grandeza precisan estar en posesión del Testamento de la Reina y de un preciado “broche esmaltado” de Limoges que juntos, y una vez en su poder, bien pueden valer el cetro y la corona de un reino.

El historiador, emulando a Herodoto, trata de escribir sobre la Historia como si fuera un simple cuento de hadas, sin distinguir la leyenda y el mito del personaje histórico, con la modesta pretensión de que los personajes ficticios se confundan con los reales en una miscelánea que de fantasía tiene lo justo y de verdadera lo imprescindible para que pueda leerse con placer, frescura y rigor en dosis iguales.

Nadie puede aseverar, pues, que sus descripciones de Mateo o de Santo Martino sean autenticas pero lo parecen a tenor de los acontecimientos históricos fechados, y eso basta para hacer de su propuesta un relato plausible.

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