miércoles, octubre 03, 2012

Orgulloso de ser leonés

Bajo este título, publicaba el pasado lunes, 1 de Octubre, Margarita Torres una columna dedicada a nuestro amigo y compañero, presidente del ICECU (Instituto Cepedano de Cultura) y miembro activo de diversas asociaciones culturales leonesas, Ricardo Magaz, que nos complace reproducirlo a continuación como merecido homenaje a Ricardo. ¿Quien dijo que los homenajes no pueden hacerse en vida? ¡Esperamos que vos preste!

Desde el corazón, con pleno conocimiento de causa, pasión demostrada desde hace largos años y una dedicación propia de un paladín medieval de esos que antes dejaban mellar la hoja de la espada que rendir su causa. Así es Ricardo Magaz.

Miembro del Cuerpo Nacional de Policía, criminólogo, experto en delincuencia internacional, profesor en másteres universitarios, su nombre está asociado al prestigiosísimo Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado. Nacido por iniciativa del Ministerio de Defensa, su vinculación con la Uned le ha permitido un rodaje capaz de convertirle en el referente académico en temas de paz, seguridad y defensa. En este marco excepcional se mueve este leonés de pro, de esos que engrandecen una tierra, aunque su vida, a menudo lejos de ella, le haya llevado por diversos puntos de la piel de toro, como Madrid.

En fechas recientes, gracias a su dedicación personal, ha visto la luz el libro Criminalidad y globalización, en el que se analiza el papel del crimen organizado y cómo ha llegado a convertirse en una de las veinte mejores economías del Planeta. Se trata de un referente en esta materia, como casi todo lo que toca Ricardo Magaz.

Si hubiera nacido en el s. XVI, o en el XVII, habría sido uno de esos capitanes de Tercios cuya espada se dedicaba a luchar por el bien común y el honor de España —sí, entonces existía—, y que, entre batalla ganada y derrota, reposaba sus experiencias componiendo novelas o poesías. Humanista, en sentido pleno. Polifacético, capaz de implicarse a muerte en la apuesta ensoñada de un leonesismo luchador pero eficaz, de nobles caballeros, no de torpes villanos, Ricardo es capaz de diseccionar el alma de una persona con la misma eficacia que analiza la mundialización del delito.

En el Quién es quién de esta provincia, muchos recordarán que en junio de 1999 encabezó candidatura al Parlamento Europeo, y que, un año más tarde, el Senado pudo haber inscrito su nombre en la relación de sus miembros. De esa implicación política tan personal suya, quedan cientos de páginas, miles de horas de charlas, y alguna indigestión ante tanto por hacer y tan pocas ganas de llevarlo a cabo. Herido en el combate marrullero de la política, salió de la batalla para dedicarse a sus otras pasiones: la fenomenología criminal y la escritura. Finalista del Premio Nacional de la Crítica, autor de relatos, novelas, ensayos, quien escriba el día de mañana su trayectoria vital recordará a este leonés humanista como uno de los puntales de nuestra cultura. De esos que, desde el conde de Rebolledo, otro gentilhombre de capa y espada, tan escasos hemos andado. Ojalá hubiera muchos Ricardos Magaz en nuestra vida social, cultural y política. Otro gallo nos cantaría. Seguro.

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